Fernando García, los 100 años de un tetuanero de pro

Fue durante cuatro décadas presidente de la Asociación de Vecinos Cuatro Caminos-Tetuán


No hace mucho, Fernando García nos recordaba cuando, con 4 o 5 años, veía pasar desde su casa a los monosabios por Bravo Murillo, camino de la Plaza de Toros de Tetuán. Fernando nació el 10 de octubre de 1923 en la desaparecida calle de José Caballero Palacios, absorbida posteriormente por la ampliación de Sor Ángela de la Cruz. Acaba de cumplir, pues, 100 años. Los mismos que este 2023 hubieran cumplido Lola Flores o Charlton Heston, cuyo carácter y genio no desentonarían con el de este tetuanero secular, tan implicado en el barrio como querido por todos aquellos que tenemos la suerte de conocerle.

García estudió en el Grupo Escolar Giner de los Ríos, junto a la Dehesa de la Villa, hasta que los primeros cañonazos de la Guerra Civil obligaron a su familia a trasladarse a Buñol, de donde regresaría ocho meses antes de que finalizaran los combates.

Fue un buen matricero, aunque su compromiso obrero le costó que en varias ocasiones la policía le persiguiera por “subversivo”. Vivió en Brasil y, ya en plena Transición, “el partido” le propuso cambiar el sindicalismo por los barrios. Así, en mayo de 1976 fundó la Asociación Vecinal Cuatro Caminos-Tetuán, junto con intelectuales como Nicolás Sartorius, su mujer Natalia Calamay, Aurora Bautista o Carlos París. Una asociación de la que fue presidente durante cuatro décadas, que ha sido fundamental en el desarrollo del distrito, y cuyos miembros le sorprendían hace unos días con un merecido homenaje en la Plaza de la Remonta.

Fernando García no ha tenido enemigos, ha hecho buenas migas con todos los concejales y ha sido, con su voz quebrada y tenue, el mejor pregonero de las Fiestas de Tetuán. También ha conocido el barrio como la palma de su mano, aunque ahora se enfada si no le sale algún nombre, y apenas sale a la calle, porque, nos dicen, es demasiado presumido para ir paseando con andador. Pese a todo lo ayudado, nunca le gustó darse importancia, y tampoco ha tenido vicios, salvo la lectura, que aún conserva. Como conserva los números de Tetuán 30 días que le enviamos cada mes. Sin duda, un orgullo y una responsabilidad contar con tan ilustre lector.

Feliz siglo nuevo, Fernando.



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