Crónicas del Pleno: Escarabajos y peloteras

Sin Femen enseñando turgencias ni concejales agitando sandalias, el pleno de noviembre en Tetuán tuvo al menos –algo es algo– dos plagas: una, de escarabajos acercándose al Rodríguez Sahagún; y otra, dialéctica, de la concejal-presidenta sobre dos vocales de la oposición. Por lo demás, mucho bricolaje urbano de ese que sabe a poco si se aprueba pero que, de rechazarse, indigna.

 

Limpieza de solares, mantenimiento de alcorques, reposición de contenedores y traslado de parquímetros… así transcurrió el pleno novembrino en este incipiente Soho en que se está convirtiendo el distrito, según quien manda. Las proposiciones se iban aprobando como por goteo: sobre limpieza en un solar de la calle Teruel, en el PERI Tiziano-Dulcinea; en la entrada de la Biblioteca Vázquez Montalbán; recuperación de árboles y reparación de alcorques en Bravo Murillo; mejora de la calzada y acera en el paseo de la Dirección, desde Arroyo hasta la avenida de Asturias… entretanto, IU colgaba de la baranda un uniforme de barrendero para recordar lo que ocurría fuera.

 

Fue entonces que, gracias al vocal socialista Javier Turiel nos enteramos de que el escarabajo galeruca, que tantos estragos ha causado ya en la región, había aterrizado con aviesas intenciones en los olmos del parque Rodriguez Sahagún, y además sin avisar a los técnicos de la Junta. Pese a todo, se aprobó un tratamiento para “erradicar la primera generación y evitar el asentamiento de la plaga” –para la próxima primavera–, y que nuestro parque no comenzara a lucir olmos secos “como aquel que inspiró el soneto de Machado”, añadió Turiel, mutilando sin querer la segunda parte del poema, que no termina en el verso catorce.

 

Y de la poesía a la prosa: UPyD solicitó el traslado de un molesto parquímetro en Tablada esquina a María Juana, que fue también aprobado, mas a su vocal Gonzalo Cerezo se le ocurrió pedir que se aligeraran los plazos para acometer este tipo de obras, lo que desató la ironía de la concejal-presidenta, Paloma García Romero, que le espetó: “Usted acabará mal, porque no he visto en mi vida a una persona hablar tan negativamente, con una alegría… que da pena”. El retruécano fue ingenioso, y la andanada, quizá, excesiva.

 

Pero aún le quedaba una bala a la concejal que, tras dos nuevos visados de chapa y pintura –se repararán los desperfectos en las áreas deportivas del Parque de la Ventilla y se adecentará el esquinazo de Mártires con Joaquín Dicenta–, fijó su objetivo en la bancada socialista, donde el vocal Alejandro Beltrán había superado el tiempo de su pregunta sobre discapacidad. Fue la segunda reprimenda de García Romero, quien recriminó al vocal “no preguntar para solicitar información sino para soltar su discurso de forma torticera y sin conocer el reglamento”. Un “ataque y una crítica personal –según cuenta el propio Alejandro– que no podemos consentir y que hoy se le ha ido de las manos a la concejal”. El pleno tocaba a su fin. Una sesión que parece habrá servido para arreglar algunas pequeñas cosas.

 

Las grandes, en otro negociado.


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