Los huertos urbanos de Tetuán, un alimento para toda la familia

Los talleres y visitas se multiplican en primavera, en unos espacios en los que no sólo se cultiva

Las familias de la imagen (miembros de la AMPA del colegio Daniel Vázquez Díaz) posan así de naturales −nunca mejor dicho−, con unas coronas de flores que avisan de que el invierno quedó atrás.


La estampa, que recuerda a las fotos de toda la vida, pero con un toque de color, es una de las que se encontró Cynthia Estébanez el pasado 30 de marzo, cuando decidió montar un photocall en el que retratar a los asistentes de la Fiesta de la Primavera, que organizó La Huerta de Tetuán.


Un buen número de familias del barrio eligió pasar el domingo en lo más parecido al campo que hay en la ciudad, los huertos comunitarios o vecinales, donde desde hace tiempo al cultivo se han sumado otras actividades para todos los públicos.


En La Huerta de Tetuán, nacida del proyecto municipal “Paisaje Tetuán”, para la mejora del espacio urbano, y abierta los martes y jueves por la tarde y los fines de semana (en su perfil de Facebook informan de todas las novedades), ese día tan especial se celebró, además, con un taller de manualidades y juegos infantiles, una exposición, un concierto y una megaensalada que los niños prepararon con vegetales del solar.


Los huertos callejeros han empezado a dirigir buena parte de su tiempo hacia los más pequeños, y eso es también lo que está ocurriendo en las calles del Matadero y Mártires de la Ventilla, donde se encuentra el segundo huerto y más antiguo del distrito.


Uno de los referentes en Madrid en esta práctica, aunque en este caso organizado por el Ayuntamiento, está en el Retiro, donde colaboran 50 aficionados a la horticultura, las familias acuden los domingos, hay visitas escolares, se utiliza como terapia para personas con adicciones y los alumnos de los cursos de formación practican lo aprendido sobre agricultura ecológica.


En Tetuán, en cambio, las máquinas entraban el mes pasado en el huerto en el que alumnos del colegio Ignacio Zuloaga, profesores y padres y madres llevaban trabajando desde febrero. Pero su espíritu ha quedado en Matadero, y está en la tierra que usan, venida de allí, y en el bancal que ahora lleva su nombre.

Talleres según necesidades

“Hay que hacer semilleros, pues convocamos un taller. Los niños también han plantado ajos, fresas en este jardín vertical que hicieron con botellas de plástico…”, explica Inma, una voluntaria de La Huerta de Tetuán que antes lo fue de La Regüerta, el solar que funcionó hasta finales de año en la calle de Tenerife y que después se trasladó a éste.


Tanto en el de Matadero como en La Ventilla, ambos instalados en solares de titularidad municipal y dentro de la Red de Huertos Urbanos de Madrid, las actividades infantiles se programan los sábados a mediodía y según lo que va haciendo falta, aunque también surgen propuestas como el taller de iniciación a la escritura creativa.
Junto a las Torres Kio, Juanma es el encargado de recibir y atender a los colegios que llegan a este huerto de la zona Norte cada semana. Después de Semana Santa, lo visitaron más de 500 alumnos de un centro del Barrio del Pilar. Una de las cosas que se muestran a los escolares durante el recorrido es el “museo de la vid”, con distintas variedades de uva y que es el orgullo de Pedro, su artífice, de 61 años y hombre del campo.


En el de Mártires de la Ventilla, que surgió hace cinco años de la mano de “Tierra-Aire”, un proyecto para favorecer las buenas prácticas ambientales en Tetuán incluido en la Agenda 21, los hortelanos se reúnen los sábados. Los días de diario, a la hora de regar, un cartel a la entrada avisa de que el huerto está abierto.

Instrumento de socialización
 
De sus cerca de 2.000 metros cuadrados, casi la mitad están reservados para el disfrute de los pequeños. Es un espacio lúdico y de formación pensado para que las familias vayan al huerto a merendar, por ejemplo, y que los niños puedan jugar sin peligro.


“Lo importante es abrirlo a la gente para que forme parte de él. Que el huerto sea un instrumento de socialización”, defiende Juanma, mientras prepara un móvil decorado con pelotas de tenis. Aquí los niños han pintado tejas, fabrican macetas para el ahorro de agua o se encargan de escribir los nombres de las plantas en las pizarras.


El día 10 de mayo, el huerto de La Ventilla celebra una “jornada de colaboración económica”, como la han llamado, para recaudar fondos. Los asistentes podrán hacer sus donativos y se llevarán a casa plantones de tomate, pimiento, albaricoque o hierbabuena y estarán contribuyendo con un proyecto de barrio del que todos podemos sacar partido.

Cristina Sánchez



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