“Volvimos para poner a Enrique en el lugar que debería haber estado al morir"

Entrevista a Álvaro Urquijo, vocalista de Los Secretos

Harían mal en perderse la actuación estelar de las fiestas de Tetuán este año. Se perderían, ni más ni menos, a uno de los mejores grupos de la historia del pop español, con más de 30 años a sus espaldas y tres tragedias que a un paso estuvieron de hacerles tirar la toalla. Especialmente tras el fallecimiento de Enrique Urquijo, voz y alma de un grupo cuya lista de éxitos no se acaba nunca. Su hermano Álvaro tomó entonces las riendas. No le quedó más remedio: “La música es nuestra vida”, repite varias veces durante la charla.

T30d: No paran de viajar y de hacer planes. ¿Qué proyectos tienen ahora entre manos?
A.U:
Estamos simultaneando los conciertos de verano con la preparación de un nuevo disco, con 10 temas nuevos y 10 versiones. Siempre estuvimos dispuestos a viajar y ahora tenemos esa posibilidad. Acabamos de tocar en Shanghai y en octubre haremos una minigira por América. También nos han propuesto un guión para un musical, que me encantaría porque soy fan absoluto.

T30d: En estos más de 30 años apenas han tenido parones, y siempre por motivos trágicos. ¿Cómo se consigue tal longevidad?
A.U:
La música siempre fue nuestra pasión, no entendemos la vida sin ella, como nunca entendimos que fuera un negocio, que debe de ser el peor de todos. Componer, viajar, tocar… yo no sé hacer otra cosa, me parece una profesión de la que no te retiras. Por eso es difícil parar aunque alguien muera.

T30d: ¿Ahora sólo se confía en las fórmulas que triunfan?
A.U:
Se han hecho muchas cosas mal, ahora hay más donde elegir, pero poca densidad. ¿Quién me puede decir 2-3 canciones de grupos españoles de los 2000 que hayan marcado una década? ¿Acaso todo lo bueno que se podía hacer en España se hizo en los 80 y principios de los 90? No sé. Lo que sé es que la industria ahogó la genialidad en beneficio del dinero.

T30d: Nunca se acabaron de identificar con “La Movida”. ¿Se ha idealizado demasiado aquella época?
A.U:
No, tuvo su significado de contraste con todo lo anterior. Llegó una generación sin pudor, muy tolerante y con ganas de vivir. En Madrid se formó una semilla que luego hizo historia en la música española. Nosotros no nos vimos identificados con ella como concepto musical. Nunca salimos en La edad de oro o en La bola de cristal, pero porque no nos llamaban. Simplemente queríamos hacer nuestra música. Eso ha hecho que la gente vea un grupo honesto y muy dependiente del público.

T30d: Y sin embargo tuvieron una importancia crucial entonces con el homenaje a Canito –su batería, fallecido en 1979–, «lo más hermoso que se ha hecho en el pop español jamás», según dijo El Zurdo, otro personaje clave de la época.
A.U:
Aquello se hizo sin ningún interés ni idea de nada, era un puro homenaje de un grupo de chavales que empezábamos, más malos que malos, pero llenos de ilusión y cariño. Ni sabíamos que iría la tele o la radio. Luego se fue formando una pelota, pero fue una expresión espontánea. Había que buscar huecos para la música. Por ejemplo, en los descansos de los teatros, como el Martín de Malasaña. Allí íbamos Alaska, Paraíso, nosotros… y luego tenías que recoger, porque después había una obra y al día siguiente otra y ya no podías tocar.

T30d: ¿Llegaron a ensayar en los locales de la calle de Tablada?
A.U:
Claro. Estábamos con Mermelada, Los Pistones y Los Bólidos. Y anteriormente, en los que había en Prosperidad, con Los Zombies, Kaka de Luxe y otros. En Tablada me he pasado media vida, desde el 81 en adelante. Antes no había grabadoras, y estábamos allí horas, porque tenías que acordarte de las canciones que habías compuesto, enseñárselas rápido a tus compañeros y tocarlas mucho para que no se te olvidaran.

T30d: Tampoco se distinguían por una estética ni por una imagen que sí tenían otros grupos…
A.U:
Habíamos creado una pequeña factoría de transformar las ideas de mi hermano en algo con personalidad reconocible, pero no nos reconocíamos con algunas estridencias, nos veíamos reflejados en artistas como Tom Petty, Jackson Browne… nunca pusimos en duda nuestra entidad por una tendencia.

T30d: Tras lo de Canito quedaban dos tragedias más. En 1984 Pedro Díaz murió en otro accidente, y en 1999, el terrible fallecimiento de su hermano Enrique. ¿No han tenido esa sensación de tener que resurgir siempre ante la fatalidad?
A.U:
Sin duda. Cuando murió mi hermano estuve más de un año sin tocar una guitarra ni escuchar música, por la sensación de rabia y de injusticia. Entonces pasó algo: un allegado me trajo una carpeta llena de emails impresos, que habían ido llegando de emisoras, compañías, webs… pidiéndonos que siguiéramos. Eso me dio confianza y decidimos que la única forma de volver era poniendo a Enrique en el lugar que debería haber estado al morir. No como apareció en la prensa, sino como un artista muy importante de esas dos décadas fundamentales, y hacer un disco homenaje al que nadie dijo que no… Fue el más auténtico porque nadie cobró, y el dinero fue para su hija, mi sobrina.

T30d: Y les volvió a envenenar la música…
A.U:
Para mí fue un despertar. Me di cuenta de que no estábamos solos, no éramos nosotros contra el mundo, sino Los Secretos con su público y era éste quien nos estaba reclamando. Nuestra carrera ha sido y será siempre un devolverle las gracias a la gente que nos ha permitido estar aquí.

T30d: ¿Le duele que su hermano no llegara a presenciar ese reconocimiento?
A.U:
Me apena que no viera cosas como el concierto de Las Ventas, porque sé que le hubiera vuelto loco ver esa reacción del público, tocar con 12 músicos de cuerda, o dar conciertos sinfónicos… me duele mucho que no haya vivido la gloria y el respeto que se tiene ahora por su obra.

«No quiero, si desaparezco/que nadie recuerde quién fui», escribió Enrique en una de sus letras más emotivas. Un deseo que su hermano Álvaro y el resto de Los Secretos se han encargado de cumplir con creces.

David Álvarez de la Morena / Foto: Marta Pich


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