TETUÁN SIGLO XX: El balcón de Chamberí, 100 años mirando a Cuatro Caminos

Basureros por Cuatro Caminos

Quizá muchos no lo hayan advertido, pero existe un mirador que, asomado al borde de Chamberí, nos contempla desde hace exactamente un siglo. En ese tiempo ha podido observar todo el tráfago de la principal glorieta del distrito, y ha sido testigo de palco en algunos acontecimientos históricos del barrio.


Situada en la confluencia entre las calles de Bravo Murillo y Santa Engracia, esta galería circular con referencias art decó pertenece a un edificio firmado en 1915 por el arquitecto Eduardo Sánchez Eznorriaga (1870-1924) y construido para Aquilino Picado Velasco, que da nombre al inmueble. Sánchez Eznorriaga fue también el responsable del Casino Militar de la Gran Vía y de los diseños de los teatros Calderón y Alcázar, de la remodelación del Eslava y de varios proyectos residenciales, con los que alcanzó cierta fama por su arquitectura burguesa de visión cosmopolita. 


Este “faro” de Chamberí ha asistido desde su construcción a momentos como la llegada del Metro a Cuatro Caminos, la construcción de los edificios Titanic o el montaje y posterior desmontaje del paso elevado, que durante 35 años le cruzó las vistas de la populosa barriada.


En sus primeros años, este llamativo chaflán presenció el ir y venir diario de traperos y carromateros como los de la fotografía, fechada en 1930, que regresaban de la capital en dirección a Colmenar o a Fuencarral. En la instantánea se ve a la derecha la fachada de Nuestra Señora de los Ángeles, otro espectador secular de cuanto ha acontecido en el célebre cruce.


Las carretas irían siendo sustituidas paulatinamente por los vehículos, como el que cruza Cuatro Caminos atestado de miembros del Frente Popular en mayo de 1936 –imagen de Santos Yubero–, en la que fue otra dramática jornada de quema de iglesias. Allí seguía, al fondo, nuestro testigo. Quedaban pocos días para el inicio de la Guerra Civil, a cuyos cercanos bombardeos también asistiría el balcón desde un lugar privilegiado. En la actualidad se asoman a esas ventanas los talentosos alumnos de una escuela de música, últimos vigías de esta atalaya chamberilera, que a tantas generaciones de tetuaneros ha visto pasear.

 

Texto: David Álvarez de la Morena / Fotos: Álvaro Guijarro y Martín Santos Yubero



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