Anne Bleu, profesora y dramaturga: “Tenemos que adaptarnos al mundo, pero también conseguir que se amolde un poco a nosotros”

De paso por Tetuán: charlas con vecinos que van y vienen

Un miércoles cualquiera y la Plaza de Castilla atestada de puestos de comida. Es mi lugar de encuentro con Anne. A primera vista resultó una desconocida familiar, como si hubiéramos coincidido en otra vida. Descubro que su sombrero negro, además de su atuendo, forma parte de su recién publicada dramaturgia, ‘Le voyage en chapeaux’. Teatrera de familia y de formación, siento cómo su timidez inicial se desvanece, mientras avanzamos rápidamente por Castellana hasta un lugar suficientemente silencioso para la grabadora.

¿Qué te trae por Tetuán?
Tengo una amiga y por eso en ocasiones paso por aquí. Otras veces vengo a dar alguna clase o por algún encargo.

¿A qué te dedicas?
Llevo muchos años en la enseñanza del francés, me gusta mucho. Le he añadido el teatro, porque me parece que es un súper medio para aprender un idioma. Te diviertes, lo pasas bien y lo puedes poner realmente en práctica: así no sólo lo memorizas para un examen. Aunque mucha gente pueda irse de viaje para practicar un idioma durante las vacaciones, no todo el mundo puede.


Mi madre es actriz y mi padre metteur en scène (director de escenario), así que viniendo de una familia de teatro fue algo casi automático añadirlo en mis clases... Estos años tuve la oportunidad de dar clases a niños francófonos en Madrid y Rivas, pero mezclados con alumnos que no sabían nada de francés, era un reto conseguir que todo el mundo disfrutara, quitar la vergüenza de pronunciarlo bien, actuar... Dio resultados muy buenos, así que al final monté una obra para ellos.

De profesora a dramaturga...
Sí (risas). Una vez se me acercó una madre que trabajaba en una editorial y me preguntó si conocía algún autor de teatro en francés, que escribiera para niños. En ese momento pensé: “Se me da bien la escritura, y también hacer puestas en escena, la adaptación del poema de Jaques Prévert En sortant de l’école hace algún tiempo resultó”. Me dio su tarjeta, nos pusimos en contacto y me sugirió que escribiera algo relacionado con la francofonía. Al final escribí una obra de teatro para adolescentes, de una joven que cree que la francofonía es un país... ¡O sea que no lo había entendido! Ella viaja buscando ese país con la ayuda de unos sombreros mágicos que hay en la casa de sus abuelos, siempre que se pone un sombrero se traslada por todo el planeta. Sus abuelos saben perfectamente el secreto de estos sombreros, pero la dejan hacer; ya es adolescente y se puede manejar sola. Así que viaja por Benín, por Burkina Fasso, Bélgica, Quebec...


Es la primera vez que escribía una obra, y me ha sorprendido, porque no sabía muy bien adónde iba, me gustaría volver a hacerlo... Me encantaría que tuviera éxito para que me pidan otra. Yo tengo ideas, así que es cuestión de ponerlas sobre el papel. De momento, lo he tomado como un hobby, me dedico a la enseñanza y a introducir el teatro en mis clases, no estoy con la presión de tener que escribir algo. Eso es una suerte.

De París... ahora mismo en Tetuán, ¿pero dónde vives actualmente?
Vivo en Perales de Tajuña, porque me quería acercar a la naturaleza. Me parecía súper importante. Claro, un lugar bien comunicado con Madrid, aquí es donde también trabajo. Desde allí hay muchos autobuses y si tienes coche puedes moverte aún más. Todo lo biológico me interesa, sobre todo la alimentación, en Perales hay mucha gente que cultiva y le presta atención. Así empecé a formar parte de un grupo. Ésta fue una de las principales motivaciones, además... ¡es más barato! (risas). Culturalmente, socialmente hay muchas personas con inquietudes, y tengo una amiga que se interesa mucho por el mundo del teatro, adaptándolo a la radio. Por ejemplo, en unas semanas se estrena un radio teatro que se llama “El Lago de Los Cisnes” para la radio de El Salto, un nuevo periódico, y yo soy la voz que interpreta a la protagonista. Estoy muy ilusionada con ese trabajo.


También he conseguido cambiar un poco el estilo de vida, alejarme del ruido y la contaminación... allí encuentro paz, naturaleza y lo valoro mucho. Ahora que lo estoy pensando... en Perales se me despierta el lado creativo con menos esfuerzo. Hay una tranquilidad que no sé si aquí la hubiera encontrado; es cierto que hay lugares en Madrid muy privilegiados, pero no son la mayoría.


Y luego, la comida es muy importante para nuestra salud y nuestra energía, mental y física, así que comer productos de no muy buena calidad y deprisa no ayuda a tener un estado de salud en condiciones. Ahora presto más atención a este aspecto, gracias en parte a la gente con la que me relaciono. Por ejemplo duermo mejor... es más tranquilo... ¡Pero me gusta mucho volver!

Vivir en un pueblo es algo que muchos jóvenes españoles también desean, ¿crees que se nos está despertando el ánimo rural?
Ayuda mucho para tomar esta decisión que haya vivido de los 6 a los 11 años en una zona rural, aunque de hecho nací en París. Ligny-le Ribault (Sologne), el pueblo de mi infancia es un lugar con muchos bosques, realmente bonito. Pero en Francia también es muy normal estar viviendo entre la ciudad y el pueblo, yo estoy encantada de llevar esa vida aquí. Creo que tenemos que adaptarnos al mundo, pero también conseguir que se adapte un poco a nosotros. Encontrar el equilibrio, dar y recibir.

Ramón Ferrer


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