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El multicultural Bellas Vistas mostró su alegría y colorido en “Tetuán por la convivencia”

No es fácil ser de un barrio de toda la vida, y ver cómo paulatinamente los comercios de tu calle han ido pasando de ser unos ultramarinos a un locutorio, de una carnicería a un kebap o de una mercería a una peluquería latina. Tampoco es sencillo acostumbrarse a tener por vecino a un “ruidoso caribeño”, en lugar de a una inocente abuelita. Lo mismo sucede cuando uno pasea por sus sitios de siempre y, en ocasiones, se siente aislado, como fuera de lugar, porque esas calles donde antes los mayores tomaban el fresco y los niños jugaban libremente, son ahora “ocupadas” por unos nuevos vecinos de “otro color”, “extraña vestimenta” y distintas costumbres: no es fácil. La única solución aparente es saber adaptarnos, todos, a las nuevas condiciones, a la nueva realidad, porque eso nos hará mejores.
El pasado 25 de octubre, el barrio de Bellas Vistas, popularmente conocido como el “pequeño Caribe”, fue una muestra de integración entre vecinos y visitantes de distintas nacionalidades.
Las calles de Almansa, Topete, Carnicer, Juan Pantoja y Alva-rado, en los últimos años objeto de denuncias vecinales por la “falta de convivencia”, se convirtieron en un lugar de encuentro y tolerancia entre culturas.
Era “Tetuán por la convivencia”, la primera edición de una iniciativa promovida por la Junta Municipal de Tetuán y el Consu-lado Dominicano, en colaboración con diversas asociaciones que trabajan por la integración, que ofreció una amplia muestra de folclore, música, juegos tradicionales y gastronomía de diversos países, con un mayor protagonismo del pueblo dominicano.
Un barrio que hizo del color, la alegría y el buen humor su bandera.

CRISTINA SÁNCHEZ

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