El Reina Sofía expone algunas obras de este pintor nacido en Cuatro Caminos
José Bardasano Baos: una vida y obra para recordar
José María Carrascal, 3 de marzo de 2022
Ocurría hace casi justamente un siglo, cuando la Glorieta de Cuatro Caminos, entonces Plaza de Bravo Murillo, se había convertido en uno de los más importantes centros neurálgicos de todo Madrid, pues se acababa de inaugurar la estación terminal de la primera línea de Metro, se habían coronado los entonces edificios más altos de toda la ciudad –los "Titanic"– y era frecuente lugar de concentraciones sociales y reivindicativas. Este novedoso escenario, con un constante trasiego de vehículos de distinta tracción y el numeroso variopinto personal, componían una imagen enormemente atractiva para un muchacho, casi un niño, que vivía muy cerca, en la calle de los Artistas, y estudiaba en el Colegio Maravillas; su afición e inspiración innata le impulsaban a pintar aquel ambiente, con una sorprendente decisión y destreza.
Allí lo descubrió el conocido pintor Marceliano Santa María, que tenía su estudio por la zona, recomendando y facilitando su entrada en la Escuela de Artes y Oficios, de donde saldría con el máximo aprovechamiento y matrículas extraordinarias, consiguiendo, todavía muy joven, ser el director artístico de una importante agencia de publicidad y hacerse un nombre que habría de tener gran proyección y reconocimiento: José Bardasano Baos (Madrid, 1910-1979).
El Museo Reina Sofía, en la reciente reorganización de sus colecciones, aviva ahora su memoria en la espaciosa sala 205, cerca del Guernica de Picasso, como participando del relato de la Guerra Civil, donde se exponen una numerosa serie de carteles, entre los que destacan los de Bardasano. Junto a ellos unas fotografías del taller La Gallofa, que organizó con artistas voluntarios en ayuda de la República. No pasa desapercibida en ese mismo espacio una llamativa litografía titulada ‘Practicar el deporte femenino’, firmada por su mujer, Juana Francisca (Paquita), que era una experta ilustradora.
Consecuentemente, hubieron de pasar un periodo de penalidades y exilio, mitigado por la estancia final en México, de productiva actividad en clases, exposiciones y compromisos sociales.
Al regresar a España en 1960 vuelve a exponer, consiguiendo medallas de Oro y de Honor en el prestigioso Salón de Otoño de la época, así como exposiciones personales en el Salón Cano.
Su pintura, siempre figurativa, con tendencia impresionista y a veces con atrevidas licencias, tuvo identificación y valoración. Además, RENFE le contrató como extraordinario cartelista para una especial promoción del ferrocarril en una campaña internacional. Naturalmente solidario, perteneció desde el principio con su mujer y su hija, también pintora, a la Asociación Española de Pintores y Escultores (AEPE).
La vida y obra de José Bardasano da para mucho más que estos sucintos datos biográficos, así como las de las otras personas mencionadas. Hagamos algo por conocerlas, por la parte que corresponde a la historia de nuestro territorio o por tratarse de unas interesantes vidas personales en trances dificultosos y comprometidos.
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