“Los primeros años fueron de mucha farra; a veces nos costaba no sucumbir a aquellas noches sin fin”

Daniel Castillo, propietario de Moby Dick Club


“Teníamos ganas de comernos el mundo y no nos pensábamos las cosas dos veces”, dice Daniel Castillo sobre aquellos años 90, cuando, junto a su socio Alberto Delgado, decidieron dar el salto desde un pequeño bar junto al Bernabéu a un local “de alterne” que, sin apenas experiencia, transformaron en una sala de música en vivo ya clásica. Un club que ha cumplido 31 años y por el que han pasado infinidad de artistas internacionales de renombre, además de casi todas las bandas o cantantes españoles que han triunfado en las tres últimas décadas, desde Siniestro Total a Los Ronaldos, y desde Antonio Vega a Love of Lesbian. Daniel nos adentra este mes en el interior de “la ballena”.

¿Cómo surgió la idea, hace 31 años, de abrir Moby Dick?

A principios de los años 90 había muy poca oferta de ocio nocturno en esta zona, y prácticamente nada de música en directo. Nosotros habíamos comenzado unos años antes en hostelería con un local llamado Fraguel Rock, pero, pese a la poca experiencia con la música en vivo, nos liamos la manta a la cabeza y dimos un gran salto, convirtiendo lo que era un bar con barra americana –lo que se conocía como “de alterne”– en la avenida de Brasil, en una sala de conciertos y bar de copas.

¿Cómo fueron aquellos años?

Muy divertidos. Madrid bullía. Se salía todas las noches. Son clichés, pero es cierto: Moby Dick funcionaba siete días a la semana, hasta bien entrada la madrugada. Desde que abrimos respondió muy bien y se creó una masa de fieles. Eran años de mucha farra, en los que a veces a los propietarios nos costaba no sucumbir a aquellas noches sin fin. Al fin y al cabo, teníamos veintipocos años y mucha energía, muchas ganas de comernos el mundo. No nos pensábamos dos veces las cosas. ¿Que hay que traer a Los Ronaldos o a Siniestro Total? Los traemos.

¿Por qué el nombre de la ballena más famosa de la literatura?

Tanto mi socio Alberto como yo somos apasionados del mar, de la navegación, del surf… eso, unido a que uno de mis temas favoritos de la historia de la música sea ‘Moby Dick’, de Led Zeppelin, hizo que enseguida nos decidiéramos por el nombre.

Después de más de 7.000 conciertos en la sala, ¿cuál recuerda especialmente?

Recuerdo con especial cariño el segundo concierto que dio Antonio Vega en la sala, pues fue uno de los últimos antes de dejarnos. También los primeros de M-Clan, cuando poca gente los conocía aún. También aquel de Los Planetas en unas jornadas de encierro y protesta que hubo en la sala, ante la conversión de Radio 3 en radiofórmula, algo que por suerte nunca llegó a ocurrir. Y, por supuesto, los que he dado yo con mi banda, Sailors Underground.

¿Cómo ha cambiado el ocio nocturno en este tiempo?

Ha cambiado radicalmente. En aquellos primeros años había gente todas las noches, incluso los lunes. Ahora el ocio nocturno ha quedado muy reducido al fin de semana. Los jueves, tan fiesteros antaño, aguantan a duras penas. Era todo más espontáneo, se decidía sobre la marcha dónde ir, no se hacía pereza en cambiar de barrio o de zona. Podías empezar la noche en Moncloa, pasar por Malasaña y acabar en la avenida de Brasil. Ahora la gente tiene entradas compradas con semanas de antelación para el clubbing que sea, y difícilmente cambia de zona a mitad de la noche. Al revés, la gente prefiere establecimientos en los que poder cenar, tomar una copita e incluso echarse unos bailes: 3 en 1. También ha cambiado la manera de disfrutar de la música en directo. Antes la gente estaba más dispuesta a acercarse a Moby o a cualquier otra sala para descubrir bandas y artistas. Ahora sólo van si conocen quién va a tocar.

El grupo también es propietario de otro “clásico” de la zona, el Irish Rover. ¿Cómo se complementa con Moby Dick?

Son dos conceptos bastante diferentes y por tanto complementarios. The Irish Rover está más enfocado a gastronomía, deportes, afterwork… aunque también hay conciertos –pero siempre gratuitos– y también DJs y gente bailando los fines de semana. Moby está especializado en música en directo, es el leit motiv de la sala, y también ofrece un clubbing muy potente con DJs de prestigio los fines de semana. La noche ideal es quedar en Irish para tomar unas cervezas y picar algo, para luego pasarse al concierto de Moby y quedarse luego al clubbing.

La sala está dentro de una Zona de Protección Acústica Especial. ¿Cómo es la relación con los vecinos?

Esto es una gran injusticia, pues se creó una ZPAE que incluía las zonas de los bajos de Azca y la avenida de Brasil, cuando son dos espacios de ocio completamente diferentes, en tipología de establecimientos, en problemas de ruido, en tipo de público. Nos hemos visto muy afectados por esta medida y, como digo, de una manera un tanto injusta pues en la avenida de Brasil no hay problemas de ruido. De hecho, nosotros no hemos tenido un solo litigio o mínimo roce con ningún vecino en estos casi 32 años. Por no haber no hay ni botellón en el parque que tenemos enfrente. Bueno, con una excepción: cuando hay partido en el Bernabéu. Pero cuando se trata de fútbol, todo está permitido. Esos días parece que no está vigente la ZPAE.

Para terminar, ¿qué sorpresas nos esperan en Moby Dick esta temporada?

La noticia de esta temporada es la vuelta de la Moby Dick Club Band, nuestra propia banda de versiones. Ya a finales de los años 90 y principios de este siglo, la Moby Dick Club actuaba todos los lunes. Ahora hemos decidido volver a contar con una banda fija compuesta por cuatro músicos de gran trayectoria, que cada jueves se suben al escenario a interpretar temazos de los 70, 80, 90… Son conciertos con entrada libre, con los que queremos recuperar esas noches golfas de los jueves. Y lo estamos consiguiendo. 

Foto: Daniel Castillo, con su banda Sailors Underground, en el concierto del 30 aniversario de Moby Dick.


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