EDITORIAL: La limpieza con la educación empieza

Cuando llegó a la alcaldía de Madrid, Manuela Carmena se fijó una prioridad entre todas sus actuaciones políticas: dejar limpia la ciudad en seis meses. No en vano, es una auténtica vergüenza la suciedad que se acumula en la gran mayoría de calles de la capital de España.


No obstante, es fácil comprender por qué se ha llegado a esta situación. En primer lugar, el número de barrenderos se ha reducido en un 40% durante estos dos últimos años de crisis. Las cifras hablan por sí solas: en todo Madrid se ha pasado de tener 6.315 a 3.904 barrenderos, reduciéndose incluso los fines de semana hasta los 1.185. En el caso particular de Tetuán –compartiendo servicio de limpieza con Chamberí, Centro y Argüelles−, ese número de efectivos ha pasado de los 1.378 trabajadores a 646 los días laborables y a 343 los sábados y domingos, es decir, un 28,2% menos.


Indudablemente, con la merma de personal es lógico pensar que ahí radica el verdadero problema de que la ciudad esté tan sucia. Sin embargo, hay otro motivo de peso para entender el estado actual de nuestras calles: es una cuestión de educación. Si todos los ciudadanos colaborásemos a mantenerlas limpias, hoy no nos estaríamos quejando de su estado. Si se utilizasen las papeleras, se recogiesen los excrementos caninos, no se tirasen colillas al suelo… el aspecto de la ciudad sería otro muy diferente. El problema es que no hay esa responsabilidad cívica para entender que la limpieza es una cuestión solidaria, de todos, y que en este país, si no se toman medidas como imponer multas de importantes cuantías a quiénes ensucien las calles, nunca se logrará que exista esa mentalidad de comportarse con educación.


Y mientras tanto, seguirá habiendo quejas y más quejas respecto al lamentable estado de abandono y de suciedad de las calles de Madrid. Y en Tetuán en concreto, los vecinos lo tendrán como un tema estrella, junto con la interminable reforma del paseo de la Dirección. Ya se pudo comprobar en el cara a cara que la concejala, Montserrat Galcerán, mantuvo con más de 70 personas en el centro cultural José de Espronceda, a mediados de septiembre, un encuentro directo que, sin duda, aplaudimos desde nuestro medio y le animamos a que lo organice con frecuencia. En este acto, la limpieza fue uno de los asuntos más abordados por los asistentes y la máxima edil del distrito dejó claro que las sanciones serían el último recurso, porque no solucionarían nada, y que lo más importante es conseguir que este servicio sea municipal y no privado.


Sea como fuere, continúa la cuenta atrás para el cumplimiento de una promesa que ya es una necesidad que se lleve a cabo, porque como la educación brilla por su ausencia, habrá que buscar soluciones contratando más personal –y no precisamente a los universitarios que practican el botellón−, para arreglar este problema.


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