A poco más de dos meses para las elecciones municipales y autonómicas, las calderas de los partidos bullen de conflictos, puñaladas y expulsiones. Oshidori lo explica en asonantes.
Está el político patio
que asuela la capital
como viviendo en perpetuo
martes de carnaval.
Las chirigotas y murgas
se resisten a acabar
pues las fiestas en España
duran siempre un poco más.
A un paso de que comience
la campaña electoral
para elegir nuevo alcalde
y baranda regional
no hay partido que no tenga
su lío particular,
ya sean sus bases en guerra,
dirigentes que se van
o candidatos ignotos
que todos conocen ya
pero quien debe nombrarlos
tarda en hacerlo oficial.
Está la perdiz en Génova
a punto de vomitar
del mareo en que la tiene
Rajoy y Arriola, ese par
de indolentes analistas
a la hora de citar
quién buscará la alcaldía
y quién la Comunidad
entre las huestes peperas:
si Espe y Nacho serán
Mariano calla y otorga
con su cuajo proverbial
o quizá porque son nombres
tomados a su pesar.
Si el PP anda indeciso
no están mejor en Ferraz
donde un día Pedro Sánchez
se plantó y sin avisar
hizo rodar la cabeza
de invictus Gómez, Tomás,
por un tranvía excesivo
o un sondeo regular.
Se enfadó Antonio Carmona
pero un rato nada más
y siguió con sus labores
de aspirante pertinaz.
A Carmona no le expulsan,
¡cómo le habrían de expulsar!
Si parece ser que tiene
el don de la ubicuidad
y no se pierde desahucio,
tertulia ni funeral
y hasta conquistar pudiera
la secretaría general
a poco que se descuide
Pedrito el de Tetuán.
En IU raro es el día
que no vuela algún puñal
y si un día es Tatiana
la que dice que se va
si no se hace lo que quiere
o duda algún suspicaz,
al día siguiente salen
por el postigo de atrás
Goyo Gordo y Ángel Pérez
por no querer claudicar
ni comerse los marrones
de las banki-visas black.
Si no se ponen de acuerdo
ni a quién quieren presentar
imagínense las ganas
que tiene uno de votar.
Oshidori
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