Durante el último pleno de Tetuán, los grupos municipales acordaron realizar mejoras en la zona infantil de la plaza del Movimiento Vecinal, y restaurar la placa que rinde homenaje a quienes lucharon por reconstruir la barriada de Ventilla en los duros años de la remodelación. Sólo Vox decidió desmarcarse de la iniciativa: estaba de acuerdo con el arreglo del parque, pero no con el de la placa, al considerar que esta tiene “poca importancia” para los vecinos.
En opinión de su portavoz adjunto, la instalación de dicha placa –se instaló en julio de 2010– “tenía una orientación claramente partidista, lo digo así de claro, y vino orientada (sic) por una serie de asociaciones vecinales muy concretas, que nosotros estamos muy a favor del tejido asociativo vecinal, etcétera, pero en concreto de las asociaciones que orientaron este punto, no”.
Más allá de la ridiculez que supone querer dejar una placa deteriorada en un espacio que se va a arreglar, el portavoz de Vox haría bien en informarse de qué ocurrió en La Ventilla y Valdeacederas desde finales de los años 70 hasta principios del 2000, sobre todo si quiere evitar empanadas discursivas como la de más arriba. Para empezar, habría bastado con leer la inscripción de la placa: “En reconocimiento a todas las personas que con su esfuerzo y trabajo han hecho posible la avenida de Asturias”.
Las palabras del portavoz adjunto de Vox, en cualquier caso, revelan un profundo desconocimiento sobre la historia del barrio al que por su cargo representa. Acaso pensaba que la placa se concedió al movimiento vecinal por levantar un huerto urbano o impartir clases de reiki y, sin duda debido a su juventud, no sepa cómo era aquella Ventilla de finales de siglo: sin infraestructuras ni servicios, salteada de infraviviendas y en la que hubo que luchar a brazo partido contra una Administración torpe, cuando no incompetente, para realojar a más de 2.800 familias de la zona y construir unos equipamientos básicos de los que no había noticia.
Y es que sólo el desconocimiento podría explicar, aunque no justificar, una abstención que no le escamotea el mérito ni el homenaje a ningún “chiringuito”, sino a la memoria de gente como Pepe, como Carlos, Carmen, Fernando y tantos otros que se dejaron la piel ayudando a centenares de familias enteras de vecinos en una situación que hoy no se puede ni intuir dando un simple paseo por la avenida de Asturias.
Ojalá dentro de unos años –tendrán que ser muchos– el portavoz de Vox se haga acreedor de una placa que le rinda tributo por sus servicios para mejorar el barrio. Entretanto, bastaría con que no utilizase a quienes sí lo hicieron para seguir enfangando el terreno con sus batallitas ideológicas.
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