Hace ahora más de 56 años comenzó la historia de un heptagenario matrimonio que hoy recuerdan, desde su viejo tiovivo que aún sobrevive en la Plaza de Castilla, cómo llegaron al barrio y sus problemas con las obras en los últimos años de esta madrileña plaza
Aquel tiovivo del Tío Faustino en Plaza de Castilla
Laura Martín, 1 de septiembre de 1996
Con las arrugas surcándole el rostro, que muestran muchos kilómetros, hace años ya, Faustino, un afable feriante de 76 años que vive en nuestro barrio “¿Desde cuándo?” – “de toda la vida”, nos recibió en el pequeño tiovivo que aún conserva, casi milagrosamente, en un rinconcito de la Plaza de Castilla. Faustino no recuerda exactamente la edad a la que comenzóa viajar por toda la geografía española. Cree que fue cuando apenas tenía once años. Por aquel entonces viajaba con su familia “haciendo las Provincias”, como él mismo nos dice. Eran una típica familia “de titiriteros”, como entonces se les conocía.
Cuando sus viajes por España se le hicieron un poco pesados, la familia de Faustino decidió quedarse de forma permanente en Madrid. En aquellos años este madrileño barrio de Tetuán se quedó sin su antigua plaza de toros y ésta se convirtió en tan solo un solar. Faustino y su esposa instalaban sus atracciones en ese lugar. Allá por 1940 no tenían el tiovivo que hoy se hace un sitio entre los altos edificios de la ciudad. Entonces poseían un aparato de fotografías de aquellos, recuerda Faustino, en os que tenías que colocarte tras maniquíes de cartón para posar con tu mejor sonrisa. Además, poseían un puesto de tiro al blanco con las típicas escopetas de feria. Entonces recorrían todas las ferias de Madrid; desde la del Carmen, hasta la de Raimundo FernándezVillaverde, pasando por la de Ríos Rosas o la conocidísima de San Antonio de la Florida. Años después, optaron por vender aquellos trastos de feria ya demasiado viejos y adquirieron el tiovivo del que hoy viven con más pena que gloria, por decirlo de alguna manera.
No existían problemas mientras las famosas Torres Kio estaban aun sin edificar. Cuando aquel proyecto se puso en marcha, hace pocos años, esta pareja de feriantes tuvo que “levantar el negocio” y marcharse, por orden de la empresa constructora de la mítica “Puerta Europa”.
“Los niños hace años que prefieren la videoconsola y cada vez son menos los que piden a sus abuelos que los lleven una tarde a dar una vuelta en los caballitos de la feria. La media de niños que suelen subir al tiovivo cada tarde puede ser de 6 a 7. Obviamente no compensa.
Hace ahora dos años recibieron la noticia, alegre sin duda para ellos, de que podían volver a colocar el tiovivo en su antiguo emplazamiento.
Ahora la incertidumbre es un sentimiento cotidiano con el que ha aprendido a convivir este matrimonio: la nueva amenaza es la construcción de la Avenida de Asturias, que atravesará la parte posterior de las torres. Pueden echarles de nuevo en cualquier momento, aunque han pagado religiosamente el alquiler de un año por ocupar estos pocos metros cuadrados.
Cuando le preguntamos a Faustino si hoy en día se puede vivir de este negocio, niega con la cabeza con los ojos llenos de nostalgia, “ya no”. Lo cierto es que no tienen otro modo de vida, aunque son conscientes de que no resultan rentable. “Los niños hace años que prefieren la videoconsola y cada vez son menos los que piden a sus abuelos que los lleven una tarde a dar una vuelta en los caballitos de la feria. La media de niños que suelen subir al tiovivo cada tarde puede ser de 6 a 7. Obviamente no compensa”.
Por otro lado, hablando de problemas, éstos se agravan porque las pobre instalaciones sufren, de vez en cuando, bromas pesadas cuando se cierran por la noche. Las lonas y otros materiales aparecen destrozados por las mañanas, o simplemente desaparecen.
Si tuviera que abandonar este pequeño huequecito de la Plaza Castilla, ya no habría ningún lugar en donde instalar esta ruleta de fantasía a la que ya que pocos prestan atención. El ayuntamiento no está dispuesto a ceder un parque u otro lugar público para instalar este tipo de atracciones.
Es una lástima; la infancia de muchas generaciones se perderá la magia que muchos otros hemos tenido la suerte de conocer al subirnos a un tiovivo. Por el momento, Faustino y su orgullosa esposa se niegan a abandonar este trocito de historia y tradición. No en vano esta ha sido siempre su vida.
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