Martes 7 de abril, a las ocho de la mañana. Mi hija Paula ha amanecido con fiebre y llamo al centro de salud de Bustarviejo para pedir hora con su pediatra: me dicen que tendrá que ser al día siguiente por la tarde, que nadie podrá atenderla ese mismo día. La dejo en casa de mi suegra y me marcho al trabajo.
Al mediodía la fiebre es cada vez más alta, y vuelvo a llamar al centro para que la mire un médico de urgencias: me preguntan la edad que tiene y me dicen que al tener menos de 7 años no la puede atender nadie, a menos que espere hasta el día siguiente.
Así que me la llevo a La Paz, donde la atienden perfectamente, con profesionalidad y seriedad, y me recomiendan que ponga una reclamación al centro de salud por no haber sido atendida allí, lo cual pienso hacer.
Es una vergüenza que tengamos esta sanidad que pagamos todos, y a cambio recibamos un servicio tan lamentable. Si están faltos de pediatras no es mi problema ni el de ningún ciudadano, que lo resuelvan y que den la atención y el servicio que merecemos.