Oshidori se declara ante la portavoz municipal de Ahora Madrid en este romance consonante.
Tiene Manuela Carmena
en su jardín podemita
hermosísima paloma
que atiende al nombre de Rita.
Portavoz municipal,
altiva, alta y finita,
con una tez de alabastro,
el cabello de antracita
y un mohín en la mirada
que hasta las ganas te quita
de decirle algo bonito
por si acaso se encabrita.
Esos ojos son pitones
atados con dinamita
apuntando hacia la casta
cual las tetas de Afrodita,
aquella novia de Mázinger
de nuestra infancia marchita.
Pero a mí esa mala leche
reconozco que me excita
o, dicho de modo casto,
me alegra la pajarita,
y entonces ya no me importa
que esta paloma zurita
se cuele en los oratorios
gritando y medio corita,
ni que no sepa alternar
entre la clase exquisita,
ni que asciendan a su padre
de manera fortuita
justo ahora que quien manda
es su espléndida pollita.
Me dicen que es Errejón
quien sus favores concita
y me temo que prefiera
la carne más jovencita
y ese piquito de oro,
y la beca, y la gafita,
y ese aire pijiprogre
con regusto moscovita.
Mas la atracción es tan grande,
tan platónica la cuita
que hoy le traigo en consonantes
esta confesión contrita
con la esperanza que deje
tan sublime señorita
una rendija en su pecho
a este bardo troglodita.
Porque Tania es muy pesada,
y la andaluza, sosita,
y la Bescansa es, digamos,
de una belleza que irrita.
Por eso yo te prefiero,
Rita Maestre, mi Rita,
y aprovecho este romance
para pedirte una cita
a solas, no en asamblea,
que el amor en comandita
está sobrevalorado
y al cuerpo lo debilita.
Oshidori
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