— ¡No, es imposible lo que ven mis ojos! Debe de ser la calima esa del desierto, que me hace ver un espejismo…
— ¡Hola PePita, amiga! ¿Un poco de leche fresquita?
— ¡Oh, es real como la vida misma! ¡PaSOtE! En pleno Bravo Murillo, con una vaca lechera.
— ¡Sí! Y no es una vaca cualquiera.
— Pero, pero… ¿te has vuelto loco?
— ¿Yo? No. Loco se está volviendo el mundo. ¿Has ido últimamente a comprar a algún supermercado?
— Pues no… Ya sabes que a mí me lo llevan a casa.
— ¿Y has pedido leche?
— Sí, pero me la trajeron condensada; debieron equivocarse…
— Para nada PePita. Es que no hay. Con tanta huelga, los precios disparados, la guerra… pues la gente esta vez ha decidido, con muy mala leche, llevarse la leche y atrincherarse en sus casas.
— Ah, no sabía… Y tú has visto el negocio, claro, como siempre.
— Ahí le has dado. Le he pedido a mi amigo Ambrosio, ganadero de Bollulos del Condado, que me preste una de sus vacas, y aquí estoy.
— ¿Y qué tal se va dando?
— Bueno, primero he mirado en el YouTube ese cómo se ordeña una vaca. Una vez controlado, ¡a vender! A cinco euros el litro, ¡gran idea, eh!
— Pelín caro, ¿no?
— ¡No! Cuando hay necesidad se paga. Además, con cada compra, regalo una mascarilla, que el bicho todavía no se ha ido, aunque ya nadie hable de ello…
— Ya veo cuánta cola tienes para vender. Vamos, ni un alma. Solo gente haciéndose un selfi con la vaca…
— Bueno, ya arrancará el negocio. Y si no, tengo otro que está ya en marcha.
— Vaya, qué creativo estás. ¿Más leche?
— ¡No! ¡Aceite! Que también escasea. He plantado un olivo en el Rodríguez Sahagún, y en cuanto dé aceitunas, ¡a forrarme!
— Claro, claro, de aquí a unos años… Como empresario no tienes precio.
— Bueno, voy a seguir con el tutorial de ordeñamiento de este mamífero… ¡Quieta, quieta!
— Vaya, PaSOtE. Parece que a la vaquita no le gusta que la toquen o la estás haciendo daño… Corre, que va de estampida Bravo Murillo abajo.
— ¡Detengan a esa vaca, leñe! ¡Madre mía, mi negocio!
— Mira, se ha metido en el metro de Tetuán. Y ahí tienes a la Policía… Te dejo, que te veo muy liado.
— ¡Un capote, necesito un capote! ¡So, so!
— Está claro que los negocios de PaSOtE no son la leche.
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