Han cambiado el Día del Niño
por el Día de la Infancia
y al fin se han quedado a gusto
Carmena y sus concejalas.
No hay nada que más nos guste
que corregir una errata,
más aún si ello supone
remendar machistas hablas
aunque haya que pasarse
por el forro de la falda
lo que digan los lingüistas
o aconseje la Gramática.
Treinta y cuatro años hacía
que al Niño se celebraba
sin caer nadie en la cuenta
que la etiqueta de marras
arrinconaba a las niñas
en tan festiva jornada.
El culpable de tal nombre
no fue Manzano, aquel carca,
ni Gallardón, ni Botella,
ni Juan Barranco, el sociata.
Fue Enrique Tierno Galván
quien impulsó la alcaldada:
nuestro Viejo Profesor,
al que hoy llamarían “casta”
era un docto en mil saberes
y no carecía de guasa
mas es probable que fuera
lego en estas chorradas
de lenguajes inclusivos
y sintácticas batallas
con que hoy nos entretienen
los filólogos de guardia.
A las niñas que acudieron
las tres décadas pasadas
no lo imaginaron nunca,
ni siquiera sospechaban
que apuntábanse a la fiesta
sin haber sido invitadas,
y que aquel día era el Día
de futuros machos alfa,
de niños de pelo en pecho
no de trencitas de párvulas,
de quien tuviera pilila,
del que gayumbos gastara,
de los Pepes y los Juanes,
ni de Marías ni de Anas.
Cosas de tíos, en fin,
juerga masculinizada
a la que si iban a las niñas
era por cortesía macha.
El «rico helado de piña»
sí era una frase exacta
pues se ofrecía «para el niño…
y la niña» que gustara,
mas la lotería del Niño,
que el Día de Reyes se falla
podría ser la siguiente
a la que enmendar la plana
por su lenguaje sexista
marginador de muchachas.
Y así, mientras bautizamos
sin barrer sigue la casa.
Oshidori
EL REVERSO: Romance del Niño y la Niña
Tetuán 30 días, 6 de mayo de 2016
Deje un comentario