Comienzan los empujones para las candidaturas a las próximas elecciones municipales, y en el PP parecen dudar entre dos aguerridas aspirantes, Esperanza Aguire o Cristina Cifuentes.
Dicen que Cifuentes
o que Esperanza
son las predilectas
populares damas
para presentarse
como candidatas
a aquesta alcaldía
en la que doña Ana
nos ha ido sacando
sonrisas y lágrimas
en estos tres años
de film de Berlanga.
Ascendió Botella
tras de la espantada
de Ruiz-Gallardón,
ferviente entusiasta
de arrojar los euros
por una ventana
desde aquel palacio
donde hizo mudanza.
Uno y otra al tiempo
ahora se marchan:
Alberto, humillado,
y Anita, ignorada.
Junto a la Cifuentes
y junto a Esperanza
sale en las quinielas
la vice Soraya,
niña que Rajoy
tiene pluriempleada.
Mas quizá ésta peque
de sosa y de blanda,
fundamentalmente
si se le compara
con la lideresa
y la delegada
que son núcleo duro,
que son deslenguadas,
dominan la escena,
son más carismáticas
y siempre un micrófono
las sigue cuando hablan
–las sigue la gente
y la guardia urbana–
aunque lo que digan
sea una nonada.
De la lideresa
y la gobernanta
podría decirse
que les va la marcha,
les pone la gresca
les sobra retranca
y si fuera poco,
y si no bastara
ponen al contrario
con sólo escucharlas
igual que una moto,
igual que una estaca,
le abrasan deseos
por estrangularlas,
si se me permite
la torpe metáfora,
y eso es garantía
de que hay candidata.
Si el PP eligiera
una de estas bazas
mantendría o no
la anhelada vara
mas a buen seguro
sería una campaña
muy entretenida,
y habría carcajadas
e incluso desmayos
entre las butacas.
Oshidori
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