Isifarmer, la granja urbana que cultiva rúcula y tomates en el corazón de Tetuán

Esta innovadora start-up ultima su proyecto en una nave del distrito donde se ubicaba un antiguo gimnasio


¿Es posible que, en una nave de Tetuán, a kilómetros de cualquier tierra de labranza, se cultive una rúcula sabrosísima o una aromática albahaca? Lo es desde que Isifarmer desembarcara hace unos meses en la calle de Guindos, en un antiguo gimnasio transformado hoy en un proyecto de agricultura vertical urbana que busca granjeros urbanos para desarrollar su innovador modelo.

Ángel Leo-Revilla y Marcos Enríquez son dos de los socios de esta aventura que quiere demostrar que “es posible desarrollar este tipo de modelos sin recurrir a mega instalaciones, que reporten beneficios a la comunidad y al tejido comercial de los barrios”, explican.

Por el momento, esta start-up se ha centrado en la producción de una treintena de variedades vegetales, denominadas microgreens o microbrotes, entre ellos albahaca, rúcula, rabanitos chinos o varios tipos de trigos y mostazas. “Comenzamos con estos porque en 10-12 días son aptos para el consumo, lo que permite al urban farmer aprender muy rápido. De ahí pasaremos a vegetales tipo snack, como tomates cherry, pepinillos, setas o fresas, y la siguiente fase será ya abordar verdura de hoja, como lechugas, escarolas o espinacas”, comenta Ángel, que incide en que “serán siempre productos de alto valor, con un precio medio elevado, porque la agricultura extensiva convencional tiene mucho más fácil producir a un coste bajo”.

Tras ocho años trabajando en el ámbito de la agrobiotecnología, este emprendedor tenía claro que “el modelo agroalimentario no estaba funcionando bien: es intensivo en recursos, está lejos de donde se consume, genera contaminación y está afectado por guerras, clima y desastres…”.  Para paliar esos inconvenientes, Isifarmer se basa en la agricultura hidropónica, un método cuyo origen ubica en la antigua Mesopotamia y que consiste en el cultivo de plantas usando disoluciones minerales en lugar de suelo agrícola. Así, las semillas no se plantan en tierra, sino que se colocan en bandejas y se utiliza un sustrato a base de celulosa que, entre otras cosas, posee la cualidad de que saca limpia la raíz, por lo que la planta no mancha.

Condiciones óptimas de cultivo

Pero la principal ventaja es su circuito cerrado de cultivo, por el cual un depósito de agua inunda y alimenta las bandejas por la parte inferior; cuando concluye el ciclo de riego, el agua retorna al depósito, donde es monitorizada por el sistema para reponer los nutrientes marcados como ideales. “La gestión del cultivo se lleva a cabo con una aplicación que controla el ciclo de luz, riego y temperatura, replicando las mejores condiciones para que la planta se desarrolle de manera perfecta, sin plagas ni enfermedades, y sin estar condicionada por los elementos climáticos”, explican.  

Isifarmer busca granjeros urbanos y se dirige a fruterías o pequeñas tiendas de barrio que busquen un producto diferente, pero también a distribuidores de restaurantes y servicio a domicilio. “Quienes deseen trabajar en agricultura vertical urbana tienen aquí todo lo necesario. Les ofrecemos las instalaciones, les damos soporte de mentorización y les ayudamos a desarrollar su negocio; ellos solo hacen un pago por uso, como una especie de coworking”, señala Ángel, que añade que el espacio ofrecerá a cualquier interesado talleres y seminarios de divulgación y capacitación sobre estos cultivos.

Que su primera granja urbana se haya ubicado en Tetuán “no fue casualidad”, explican. “El proyecto encajaba en este barrio, donde aún hay comercio de proximidad, la vida social es muy activa, y está cerca de la Milla de Oro gastronómica de Madrid”, añaden, y avisan de que a la granja de Guindos le seguirá pronto otra, “seguramente” en la zona de Vallecas, “con lo que cubriríamos ya todo Madrid”. De la plantación a la mesa, sin salir de la M-30.

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