Una reflexión tras las conferencias de Juan Manuel Bonet
Valorar a Juana Francés y a Pablo Serrano
José María Carrascal, 4 de octubre de 2022
Fue un lujo escuchar el pasado junio a Juan Manuel Bonet hablando sobre la vida y la obra de la pintora Juana Francés y el escultor Pablo Serrano, que tuvieron su domicilio y estudios en el distrito. Lo que más gustó fue la didáctica y amenidad de los relatos, que derivaron en charlas de abundante ilustración y curiosa documentación, propiciando el interés por la obra conceptual, abstracta y de vigente vanguardia de la pintora, y por la creatividad, la fuerza expresionista y la implicación del escultor.
Personalmente, me ha dejado un cierto compromiso. De cómo la adecuada explicación, la pedagogía, puede prender la atención de cualquier indiferente y crear una atracción. Por eso hay que insistir para que, al menos, en los centros culturales y de mayores se programen conferencias y se organicen talleres para conocer mejor y disfrutar del arte en general y especialmente del vinculado a nuestros barrios.
La Pintura se prodiga en periódicas exposiciones en las buenas salas del distrito, mientras que la Escultura tiene menor presencia, aunque a veces lo haga a manera de instalación o complemento; pero sí que está en las calles y plazas de Tetuán o en su proximidad. En los pasados decenios, con las nuevas construcciones, fueron surgiendo obras de escultores con renombre internacional, como Chillida, Miró, Andreu Alfaro, Jaume Plensa, Manolo Valdés, Cruz Novillo, Coomonte, Enrique Salamanca y alguno más, que se encuentran a veces sin una información elemental, ni siquiera de su autoría.
Pero antes, hace más de cincuenta años, en La Ventilla, entonces barrio marginal del Tetuán profundo, sorprendía una escultura poderosa, vanguardista e inquisitiva: el San Francisco Javier, de Pablo Serrano. Se había instalado allí cuando el arquitecto Rodolfo García de Pablo, prestigiado autor del artístico templo de Los Sagrados Corazones, tuvo el encargo de anexionar a las Escuelas Profesionales Padre Piquer (Mártires de la Ventilla 34), la correspondiente iglesia parroquial. Y la proyectó a la escala del lugar, pero, eso sí, convocando a destacados artistas plásticos como José Luis Sánchez, Manuel Molezún y Vaquero Turcios, que dejaron su impronta creativa en el retablo, vidrieras y celosía. Sin embargo, esta muy meritoria construcción ni entonces ni ahora ha sido suficientemente conocida y valorada. Y lo mismo ocurre con la monumental escultura de Pablo Serrano, que está en el exterior, en trance de convocar y exhortar con energía ante una general indiferencia.
Viene a la memoria el relato que hizo Bonet del empeño en que se implicó este escultor por colocar una de las conocidas cabezas, retratos las llamaba él, de Antonio Machado en Baeza, y también la tenaz defensa que hizo de la “propiedad artística” a propósito del rechazo de una obra suya en un hotel de Torremolinos. Y esto nos remite otra vez a esa obra tan importante y significativa, que tenemos aquí en La Ventilla y que, incomprensiblemente, aun parece estar por descubrir.
Por favor, hágase algo como una conferencia, visita guiada o simple cartela que explique el sentido y la autoría de esta extraordinaria escultura.
Foto 2: Busto Antonio Machado en Madrid (Pablo Serrano).
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