De mal en peor le van las cosas al ex president Jordi Pujol, después de que el que fuera faro y guía del nacionalismo catalán confesara haber ocultado dinero en Andorra desde hace tres décadas. Oshidori le pone ritmo lorquiano.
Que yo me lo llevé a Andorra
diciendo que era una herencia
y resultó ser delito.
Fue hace más de treinta años
con mi padre fallecido.
Cuando se apagó su vida
se encendieron mis instintos
de acarrear su peculio
a extranjeros domicilios.
Corrí raudo a la frontera
y toqué con los nudillos
al primer banco andorrano
que me enseñó el canalillo.
El roce de los billetes
me sonaba en los oídos
al Baixant de la Font del Gat
cantado por mil barítonos.
Cuando en Banca Catalana
trabajé de directivo
se acrecentó mi obsesión,
se me inflaron los delirios
por mandar al extranjero
mis escasos ahorrillos.
Ya en la Generalitat
seguí con mi sacrificio
y cual potro desbocado
saltando en concurso hípico
así saltaba el dinero
cualquier paso fronterizo.
Fue ésta una antigua enseñanza
que yo le enseñé a mis hijos:
la mitad, al Principado,
la mitad, a un banco suizo.
Cierto que mis herederos
se dieron algún capricho,
relojes caros y cenas,
varios coches deportivos…
minucias, que ya se sabe
cómo son hoy los chiquillos.
Hoy de buenas a primeras
me dicen que he delinquido,
me quitan el Honorable,
el despacho y el carguito,
se troca en bosque de espaldas
toda la sede de CiU
y hasta Artur Mas me trata
como si fuera Luis Figo
al que de un momento a otro
lanzarán un cochinillo.
Sí, me porté malamente,
como un catalán mezquino
mas el dinero brotaba
tan blanqueado y tan limpio
como el agua en Canaletas
brota a veces de su grifo.
Los billetes en mi mano
eran tiernos pececillos
escapando, juguetones,
a fiscales paraísos.
No quiero decir la cifra
que le escamoteé al fisco.
Mi Martita Ferrusola
dice que sea comedido
pero echando por encima
la cuenta me sale un pico.
Si erré en lo que hice, lo hice
por bien del nacionalismo,
por que España no la robe
llevé la pasta a otro sitio.
Y ahora quieren darme preso
y tacharme de proscrito
por llevármelo hasta Andorra
sin saber que era delito.
Oshidori
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