REPÓKER DE DOSES: El moro de la morera

(PePita pasea tranquilamente en dirección al Parque Rodríguez Sahagún por la calle de Alberdi, cuando una cimitarra se interpone en su camino).

— ¡Ostras, qué susto!

— Alto ahí. No puede seguir su camino sin hacer un donativo.

— Esa voz… (Mira al sujeto, vestido de moro, con un turbante). ¿PaSOtE?

— Chsss. Madre mía, qué difícil es dártela con queso. Me reconoces hasta disfrazado.

— ¿Se puede saber qué tripa se te ha roto ahora? ¿Qué es eso de un donativo? ¿Te ha dado mucho el sol en la cabeza este verano?

— Observa esta preciosa morera que tengo a mis espaldas…

— Ya la veo ya, ¿y qué? Yo no tengo gusanos de seda.

— Se la quieren cargar, amiga. Y es centenaria.

— Bueno, pues por algo será. ¿De verdad estás liando todo esto por una simple morera?

— ¡Sacrilegio! No es una simple morera, es la morera, no hay otra igual en todo Tetuán.

— Vale, vale, ¿y por qué la quieren quitar? ¿Y quién?

— El Ayuntamiento, los de Medio Ambiente para hacer viviendas protegidas.

— Bueno, pues se trasplanta y listo; que se la lleven al Sahagún, que hay mucho espacio, tiene compañeras y la dará más el sol.

— ¡No! ¡De aquí no se mueve! Los vecinos la han cuidado durante muchos años y es un símbolo de lucha, de respeto por la naturaleza.

— Hijo, cómo te pones por una morera…

— Haré lo que haga falta. Cualquiera que intente arrancarla probará mi cimitarra,

— Y por cierto, ¿el donativo, para qué es?

— Pues… para comprar una urna de cristal blindado y meterla en ella, como un objeto de exposición.

— ¡Menuda tontería!

— Es una reliquia para los tetuaneros; hay que darlo todo y hacer lo que sea por mi morerita…

— Pues sí que te ha dado con la dichosa plantita.

— Chsss. Que no te oiga nadie de esta zona decir eso. Es sagrada. Hasta el alcalde y la concejala de Tetuán están al corriente de la obra y milagros de esta morera.

— ¿Lo dices en serio?

— Claro. Han recibido sendas cartas informándoles del crimen que se quiere cometer.

— ¿Y qué han dicho?

— Que ellos no tienen gusanos de seda…

— Vamos, que la morera tiene los días contados…

— ¡Jamás! Aquí está su defensor para evitarlo.

— Anda, toma 50 céntimos y déjame pasar, ¡madre mía, lo que hay que aguantar!

— ¡Gracias! Eh, usted, un donativo o uso mi cimitarra…


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