No es deporte habitual por estos predios, pero lo cierto es que 2014 ha cosechado un buen puñado de dimisiones de responsables políticos, lo cual que, para variar, es de agradecer. Y todavía quedan unos días para acabar el año, por lo que otros aún están a tiempo.
El dos mil catorce acaba
mas nos deja con un récord
que no es la Décima Champions
ni el alza del desempleo,
ni es el número de viajes
de Monago al archipiélago.
La marca que en este año
batiremos los batuecos
tiene que ver con los ceses
y abandonos de sus puestos
que la cacareada casta
–hurto el piropo a Pablemos–
ha adoptado, para pasmo
de propios y forasteros.
Dimitir por estas tierras
resulta prodigio nuevo
pues hay escaños y sillas
que parecen tener velcro
y nalgas que llevan décadas
posadas en sus asientos.
Sospecho que resistir
sedente por tanto tiempo
tendrá un coste en Hemoal
que excederá el presupuesto
y comprometerá el déficit
que exige el Banco Europeo.
Este año, sin embargo
dimitir es lo moderno
y ha dimitido hasta el Rey,
o ha abdicado, que es lo mesmo.
Con la salud renqueante
y el rejón de hija y de yerno
soltó un “ahí os quedáis”
y legó corona, reino
y judiciales marrones
al niño, a Felipe VI.
Tras la renuncia del Rey
y quizá por no ser menos
llegó la de Gallardón
que se fue del ministerio
otra vez ninguneado
y malherido en su ego,
olvidando la Moncloa
aunque nos cueste creerlo.
La alcaldesa Ana Botella
que nos brindó el mismo Alberto
también dijo que se marcha
y hay descorchados por cientos
los vidrios de su apellido
por tal acontecimiento.
En la bancada de enfrente
se sumaron a los éxodos.
Fue el primero Rubalcaba
en tirar por Villadiego
tras salir descalabrado
en los votos europeos.
Cayo Lara se despide,
y Cándido, el ugetero,
aunque seguirá dos años
organizando el relevo,
como aquello del “me voy,
me voy” y al final me quedo.
Como diría Campmany
en tropo agudo y certero,
sin Fidalgo y, ya, sin Méndez,
queda desahuciado y huérfano
del oso y de su madroño
el escudo madrileño.
Ahora Ana Mato dimite
mas no por su lerdo empeño
ni por encontrarse un Jaguar
un día en su aparcamiento.
Dimite porque no quiere
“perjudicar al Gobierno”.
Por lo que sea, Ana Mato
pero marcha, vete lejos,
tómate unas vacaciones
y no nos tomes el pelo.
Oshidori
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