EL REVERSO: Romance de los 20 años

Los 20 años de 'Tetuán 30 días' han sido un camino lleno de obras, agujeros y socavones. Oshidori los recuerda en su último romance antes de las vacaciones.

Tetuán de las Victorias,

junio del 94:

nacía en un cuchitril

con más voluntad que cuartos

la gacetilla mensual

que tiene usted en sus manos.

La Ventilla era el Far West

con sus indios, su «caballo»,

con los mismos terraplenes

que el Cañón del Colorado

y más atracos al día

que a un banco de la Wells Fargo.

El general Custer, si iba,

era muy de vez en cuando

y así acabó la reforma:

con 13 años de retraso.

 

En Marqués de Viana estaba

nuestro rastrillo, ese Rastro

tan estrecho y tan castizo,

incómodo y añorado,

que hubo que trasladar

por hacer un subterráneo.

Un túnel que casi horada

aquel Canalillo Bajo

que antaño trajo las aguas

a una fuente en San Bernardo.

No fue el único agujero

perforado en estos barrios

pues no hay calle ni glorieta

donde no se haya excavado,

ya fuera para esa estafa

de aquel PERI de Tiziano

o para en Francos Rodríguez

acercar el suburbano.

Se suprimió el scalextric

que hizo Arias Navarro

sobre los Cuatro Caminos

donde un día hubo un fielato,

y ahora pasa bajo tierra

todo el torrente de tráfico

que, si contamina igual

al menos no se ve tanto.

 

En la plaza de Castilla,

enfrente de los juzgados,

las dos torres inclinadas

se seguían edificando

después de que Urbanor

hubo suspendido pagos;

se hacía una terminal

–otra vez un subterráneo–

y coronaba el lugar

ese artilugio macabro,

pirulí inmóvil, un «pongo»

regalado por un bankio

y que firmó Calatrava,

el arquitecto estrellado.

 

Así fue como Tetuán

caminó, burla burlando,

entre derribos y túneles

los últimos 20 años.

Hoy nos dicen que es el Soho

del Madrid modernizado,

pero es porque Ana Botella

es una adicta al sarcasmo.

 

Oshidori


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