Adiós a las "bombis"

Víctor Pilin – 5/10/1998

No cabe duda de que los avances tecnológicos dan al ser humano más comodidad cada día que pasa. Hoy en día, se puede ver en cualquier lugar en que nos encontremos cómo corre la gente a buscar el teléfono móvil en el momento que suena esa musiquilla cada día más habitual. Ciertamente hay que decir que este invento ha hecho que la comunicación entre las personas haya vuelto a sus orígenes, que fueron los fueros antiguos y más tarde los patios de luces.

Pero todos los adelantos a veces nos llenan de desasosiego, porque sin darnos cuenta vamos perdiendo cosas que solo el recuerdo hace revivir. Este es el caso de las <> que, gracias a una mejora urbanística, se quedarán en la nostalgia de todos aquellos que las hayan probado.

Todos los domingos, los habituales del rastrillo de Tetuán en su paseo matinal por la jungla de puestos, se encaminaban, al término de su visita, al bar Sabas, donde la mujer de Vicente preparaba incansable los lomos de sardina a la plancha, sazonados con una de esas salsas secretas que parecen salidas de los bosques celtas y preparadas por los más expertos druidas. Las “Bombis” eran conocidas y apreciadas por una gran clientela, del barrio y de fuera de él.

Los cuarenta y dos años que Vicente y su familia­__ y su padre anteriormente__ ha regentado este bar, con los más de treinta que tenía de vida el establecimiento antes de ellos han servido para toda la gente que en él entraba se regocijara con este más que popular aperitivo dominguero del Rastrillo, preámbulo de la comida casera que solía esperar más de lo habitual en nuestros hogares.

Las “Bombis” eran conocidas y apreciadas por una gran clientela, del barrio y de fuera de él.

Desde el pasado mes de septiembre, este bar de solera, ubicado en la esquina de Marqués de Viana y la calle Hierbabuena, ha tenido que cerrar sus puertas ante el inminente derribo de la finca. El último domingo que estuvo abierto se celebró una pequeña fiesta de despedida para homenajear a estas “Bombis” __las sardinas han sido protagonistas de este barrio desde hace mucho tiempo__, antes de huir de la marea de la modernidad y el desarrollo, antes de perderse como otras tantas cosas en el océano del olvido, sin que nadie tenga acceso a pescar en cada díamás lejanas aguas.

Pero la vida sigue, y con ella el rastrillo de Marqués de Viana, donde deambulando por sus puestos, comprando aquel objeto inútil que luego se arrinconará pero que hace feliz en el momento de su compra, faltará siempre algo al término de la jornada dominguera: el bar Sabas y sus “Bombis”. Quizás a partir de ahora se puede pensar que el cocido que espera en casa no habrá que calentarlo como siempre y, por fin, el domingo se comerá a una hora decente; pero también es probable que de camino a casa suene el teléfono móvil y que el amigo con el que tantas veces hemos hablado en torno a unos vinos y unos “Bombis” haya encontrado otro sitio donde seguir disfrutando de un buen aperitivo.

Naturalmente, tendemos a pensar que las avanzadas tecnologías nos hacen la vida más fácil. Si Graham Bell levantara la cabeza…



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