El día que Alfonso XIII bajó al andén de Cuatro Caminos

Metro de Madrid: 90 años de túneles por la capital


No fue tan apacible aquel octubre de 1919 como el de nueve décadas después. El calentamiento global no se estilaba entonces, y Al Gore ni siquiera habría nacido. El caso es que en una esquina de Cuatro Caminos, en esa donde hoy los devotos del fast food se tropiezan con la fruta y la flora ambulante, donde los propagandistas compran oro, te procuran sanadores o te instan a que aprendas inglés, en aquella misma esquina, decía, se plantó hace 90 años el rey Alfonso XIII, chaqué y sombrero de copa, para cortar la cinta del sexto suburbano que se inauguraba en el mundo, el artefacto que nos equiparaba a capitales como Londres o París.

Rodeado de una cohorte de personalidades, entre las que se encontraban el ministro de Fomento, Luis Marichalar y Monreal –abuelo del ex esposo de la infanta Elena–, el alcalde de la capital, Luis Garrido Juaristi o el ingeniero del proyecto, Miguel Otamendi, el monarca escogió para el estreno este vértice de nuestro distrito, entonces periférico arrabal de entrada a Chamartín de la Rosa, donde las casas del barrio aparecían “engalanadas con colgaduras”, según el testimonio que al día siguiente recogía ABC. Precisamente en la portada del diario, que titulaba “Madrid, en los Cuatro Caminos”, se observa tras la figura real el chapitel neogótico de la parroquia de Nuestra Señora de los Ángeles, de Bravo Murillo.

Tras la preceptiva bendición a la línea por parte del obispo de Madrid-Alcalá, doctor Melo, a las 15:40 h. salía el primer trayecto Cuatro Caminos-Sol con el monarca y no menos de 30 privilegiados viajeros que pudieron comprobar cómo una distancia que en tranvía se recorría en media hora, se salvaba en sólo 10 minutos en el nuevo suburbano. El pueblo llano tendría que esperar 14 días más para disfrutar de la nueva atracción de la capital.

El primer día, un total de 390 trenes recorrieron la línea, llevando a 56.220 pasajeros, cada uno de los cuales pagaron 15 céntimos por billete. El primer día que tuvieron la ocasión de probar la novedad, un total de 390 trenes recorrieron la línea recién inaugurada, llevando a 56.220 pasajeros, cada uno de los cuales tuvo que pagar la cantidad de 15 céntimos por billete.

EL MÁS LARGO DEL MUNDO

90 años después, a aquellos cuatro kilómetros se le han añadido 280 más; del pico y las mulas de carga como herramientas de trabajo se ha pasado a las tuneladoras –empleadas desde finales de los 60–; y las primeras ocho paradas se han ampliado hasta las 292 actuales, lo que sitúa al Metro de Madrid como el tercero del mundo por número de estaciones y el primero por kilómetros de túneles.

Los 2,5 millones de viajeros que lo utilizan un día cualquiera equivalen a la cifra total que trasladó durante los tres primeros meses aquel nuevo medio de transporte con cuya inauguración “la ingeniería española ha añadido un nuevo timbre de gloria a su noble ejecutoria de trabajo”, como señaló pomposamente, al día siguiente, el ABC.



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