En 1857 abrió una fábrica en estos terrenos
El ‘papel’ del patriarca de Mahou en el Mercado de Maravillas
Tetuán 30 días, 5 de octubre de 2017
Si preguntamos cuál es la cerveza madrileña por excelencia, casi todos los tetuaneros convendrán en el nombre de Mahou; muchos menos sabrán que en los terrenos en los que se asienta el Mercado de Maravillas –que el Ayuntamiento acaba de elegir para representar al distrito– hubo hace 160 años una fábrica dedicada a la elaboración de papel pintado. Pero, a buen seguro, casi nadie sabrá que dicha fábrica fue puesta en pie nada menos que por el fundador de un linaje cuya segunda generación alumbraría la cerveza preferida por los madrileños de las últimas décadas.
Casimiro Mahou Bierhans había nacido en 1828 en la región francesa de Lorena, pero sería en la capital de España donde desarrollaría su instinto emprendedor. A mediados de siglo aparece ya en Madrid como director de la fábrica de papel pintado sita en un inmueble de la Plazuela del Limón –cerca de Conde Duque–, y cuyo origen hay que buscar en la Real Fábrica impulsada en 1786 por Carlos III, que pretendía ofrecer a la aristocracia un producto ya de moda entre los nobles franceses. Tanto la fábrica como el edificio habían sufrido desde entonces diversas vicisitudes, hasta que en 1848 Casimiro toma el mando, junto con su socio Santiago Ballesteros, y decide modernizar la producción de una mercancía hasta entonces más artística que industrial.
Fábrica de papel Las Maravillas
Tras enviudar años antes, en 1856 el patriarca de los Mahou se casa con su segunda mujer, Brígida Solana, con quien poco antes había tenido al que sería el primogénito de la pareja, Alfredo. Un año después abandona la fábrica de la Plazuela del Limón y adquiere unos terrenos extramuros de la ciudad, trasladando allí su labor. Nace así la Fábrica de Papeles Pintados Las Maravillas, “que consiguió acercar a la mayoría un producto hasta entonces exclusivo”, señala la compañía cervecera.
Según el libro ‘Comercios históricos de Madrid’ (La Librería, 2017), la factoría se hallaba “junto a la Carretera de Francia (la actual Bravo Murillo) y el Canal de Isabel II, que proveía el agua necesaria para la actividad papelera”. En ella trabajaban 300 operarios y Casimiro ejercía de jefe de fábrica y socio facultativo. No obstante, aquella aventura duró poco. Tan sólo dos años después, Ballesteros y Mahou rompen su alianza por motivos no aclarados, y el segundo regresa al inmueble del Limón, compra toda la finca –incluso parte de la Plazuela, que desaparece– y abre una nueva fábrica de pinturas al óleo y barnices, a la que llama El Arco Iris. Tiempo después también montaría junto con uno de sus hijos el prolífico estudio de fotografía Almayso.
Santiago Ballesteros queda entonces como propietario único del negocio de Maravillas, de cuyos terrenos lo siguiente que se sabe es que serían adquiridos por los Hermanos de las Escuelas Cristianas en agosto de 1889. Allí fundarían un Noviciado de Advocación Mariana, que gozó de gran arraigo hasta que los eclesiásticos decidieron trasladarlo a Budejo (Burgos), dejando el solar vacío y patrocinando que se convirtiera en colegio de Secundaria.
La escuela imparte sus primeras clases en septiembre de 1892, heredando no sólo el solar, sino también el nombre de la antigua fábrica de Casimiro Mahou, Las Maravillas, que posteriormente también asumiría el Mercado actual. Un mes después de iniciarse la II República cae en manos de la turba durante la quema de conventos y el Colegio de Nuestra Señora de las Maravillas queda destruido por completo. En los primeros años de la posguerra se iniciará su reconstrucción, ya como mercado municipal.
Del hielo artificial a la cerveza
Casimiro Mahou fallece en 1875, sin haber tenido ninguna vinculación con la cerveza. Sus hijos Alfredo, Enrique, Luis y Carolina constituyen la empresa Hijos de Casimiro Mahou, e inician un negocio completamente distinto al de las pinturas: la fábrica de hielo El Polo Norte. Según se explica en ‘Comercios históricos de Madrid’, la producción industrial de hielo fue un triunfo tecnológico contra el calor de la capital del que el Ayuntamiento se aprovechó para sacar tajada, gravando cada kilo con un impuesto de 10 céntimos.
Comprometida la rentabilidad del negocio, los hijos de Casimiro se fijaron en otro producto que comenzaba a destacar –la cerveza– y para cuya fabricación podrían aprovechar la tecnología puesta en marcha con la factoría de hielo. Así, en 1890 comienza a funcionar la nueva fábrica de cervezas Mahou, ya con entrada por Amaniel, 29, y bautizada con el nombre de El Barril. En la fachada de la hoy sede del Museo ABC figura una placa instalada por el Ayuntamiento para conmemorar los 125 años de la compañía.
Por su parte, en 2014 Mahou lanza “Casimiro Mahou”, una gama de cuatro cervezas especiales en homenaje al padre de esta estirpe cervecera. Una de ellas, “extra, de alta graduación, brillante y de color ámbar”, recibe un significativo nombre: “Maravillas”. ¿Les suena?
David Álvarez de la Morena / Foto: Mahou.
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