Me gustaría rendir un pequeño homenaje a las personas que tuvieron que ocupar, habitar y soportar durante un puñado de horas la presidencia y las vocalías de las mesas electorales. Quiero además hablarles en particular del colegio en el que estuve como apoderada, las Escuelas Profesionales del Padre Piquer, un espacio electoral como escogido a propósito para complicarles la vida a quienes tienen que votar. 10 mesas electorales separadas en tres espacios distintos, a los que se accede por escaleras y dos de las estancias separadas por un patio con un acceso laberíntico para las personas mayores o con algún tipo de discapacidad. Desde aquí, vaya mi denuncia, mi crítica constructiva, esperando que en las próximas elecciones la Administración escoja un lugar mejor y sobre todo más accesible.
Quiero reseñar también el papelón que la Administración deposita sobre las personas que, obligadas, van a cumplir con “su deber ciudadano”, con la única defensa que les da una guía impresa, que se les facilita unas horas antes. Sólo eso les separa del abismo de una jornada de locura, llena de normas, protocolos y leyes de las que jamás, no ellas, sino la mayoría de nosotras, hemos oído hablar.
Por último mencionar a las mujeres inteligentes, pacientes y valientes de mi colegio en general, pero muy en especial a tres de las mujeres de una mesa en particular, en la sección 081-A; a ellas, mi más sincera enhorabuena por su dedicación, su saber estar, su paciencia y sobre todo por exhibir, a pesar de los pesares, su más que probado “espíritu democrático”.
Sobre colegios y mesas electorales
Pepa Vilches, 1 de junio de 2015