Treinta y tres meses. Ese ha sido el límite de la paciencia de los vecinos del paseo de la Dirección que, hartos de obras paradas, acudían al último pleno a hacerse escuchar con o sin permiso. No se lo dieron, y se marcharon sin saber que poco después la concejala iba a hacer oficial la fecha de reanudación de los trabajos: el 20 de marzo.
En los años de la rehabilitación de La Ventilla y Valdeacederas –o de la prostitución en Cuzco– era frecuente la presencia en el pleno de vecinos indignados haciéndose oír. Fue lo que ocurrió el pasado 12 de marzo en el salón de actos de la Junta: unos 30 vecinos solicitaron la palabra para pedir soluciones a la parálisis en el paseo de la Dirección y, al negársele ésta, sacaron sus pancartas y abandonaron el pleno al grito de “vergüenza”, amén de otras lindezas.
Para que un vecino pueda protestar en el pleno debe solicitarlo con casi un mes de antelación, y la concejala decidió enrocarse justificadamente en el reglamento para negarles la voz, emplazándoles a su despacho al término del acto. Con el reglamento hemos topado. Lástima que nada se diga en éste de la mano izquierda con que gestionar algunos casos flagrantes, o sobre el escarnio que supone estar años aprobando proposiciones sobre un problema cuya resolución está fuera de sus atribuciones.
¿Salta la noticia?
Por otro lado, parece increíble que estos vecinos hayan soportado casi tres años de calles levantadas, escombros y abandono total de la zona sin apenas levantar la voz. Y, vaya, precisamente el día que se deciden, resulta que ya hay fecha para la reanudación de las obras: el 20 de marzo.
Tardó una hora la concejal en anunciarlo –cuando la mayoría de los vecinos ya habían desalojado el salón–, parece que tras una providencial llamada a Gerencia de Urbanismo. En cualquier caso, Gerencia no le daba a la Junta la exclusiva de una fecha que, curiosamente, llevaba días en Internet. Sería, más bien, para darle el nihil obstat del anuncio oficial.
Acuerdos e ‘hypertube’
No fue fácil rebajar la tensión en la sala, con frecuentes alusiones a la “algarada”, según unos, y al “ejemplo de dignidad” vecinal, según otros, pero al menos hubo acuerdo en ocho de las 13 proposiciones presentadas. Entre las aprobadas, destacan la supresión de barreras arquitectónicas en avenida de Asturias, Magnolias y Rafael Ceballos; la instalación de cambiadores para bebés en los polideportivos o la limpieza y pavimentación de la intersección entre las calles de Pamplona y Navarra. También se acordó rendir homenaje a Antonio Machado en el 75º aniversario de su muerte, o la realización de charlas-coloquio sobre ciberacoso.
Por último, se rechazó mejorar la seguridad del hypertube colocado frente al polideportivo Playa Victoria, alegando que “no se trata de un juego infantil sino de un elemento del mobiliario urbano”. Ciertamente, la estructura ha sido incomprendida –cuando no vilipendiada– por muchos vecinos, que no entienden su instalación, rodeada de orines y excrementos caninos, donde antes había un solar pelado –y rodeado de orines y excrementos caninos–. “Es un folly, un capricho arquitectónico efímero, como los que hay en otras muchas ciudades”, nos sopló entonces José María Carrascal. Que algo sabe de esto.
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