Comerciantes del barrio nos cuentan cómo está siendo la reapertura de sus locales
Los negocios de Tetuán despiertan tras el letargo del confinamiento
Laura Conde, 4 de junio de 2020
Poco a poco, las persianas de los negocios del distrito van subiendo de nuevo, tras casi 80 días de la cuarentena provocada por el Covid-19. Algunos ya no lo harán, atropellados por la pandemia. Pero desde Tetuán 30 días hemos querido preguntar a los propios comerciantes cómo han sido estos duros meses y cómo prevén los no menos duros del regreso a la “nueva normalidad”.
El coronavirus ha ralentizado la economía, pero los tetuaneros no se han dado por vencidos. Relatamos las experiencias del pequeño comercio del barrio, que también se encuentra en primera línea contra la pandemia. ¿Qué está haciendo el negocio de proximidad contra el Covid-19?
Hemos buscado testimonios de cada sector, para poder dar cobertura así a casi todo el espectro comercial del barrio. Algunos negocios, como la alimentación o la limpieza, se han mantenido abiertos, al ser considerados de primera necesidad. Sergio y Luis, de la carnicería y salchichería Serlui, en Jerónima Llorente, 75, o Roberto Mallorquín, de las lavanderías autoservicio Speed Queen, en la calle del General Margallo, 20, han seguido ofreciendo servicio durante todo el estado de alarma.
Los que no se fueron
“Nosotros nos hemos animado a crear una tienda online. Estamos ofreciendo una promoción de lanzamiento: si realizas una compra superior a 40 euros no hay costes de envío”, explica Sergio, creador de la web de Serlui. Mientras, Luis es quien regenta el negocio que levantó su padre hace más de 55 años en Tetuán.
Durante este tiempo no han dejado de mimar a sus clientes, pese a la distancia de seguridad y las medidas de higiene. En la carnicería no pueden entrar más de tres personas a la vez y la cola hay que hacerla fuera. Luis lleva guantes y mascarilla, por supuesto; y los pedidos a domicilio a través de la web se entregan en cajas isotérmicas, para que se mantenga la cadena de frío. Se puede pagar con tarjeta o incluso con aplicaciones móviles, plataformas casi impensables para la gran mayoría de comercios de barrio hace tan solo unos meses, que se añaden al buen trato y la cuidada asesoría que suelen traer de serie este tipo de negocios.
Por su parte Roberto, propietario de Speed Queen, ha ayudado a muchas familias tetuaneras a hacer la colada con su lavandería autoservicio durante la pandemia. “Una de las medidas más eficaces para evitar contagios es lavar bien la ropa que haya podido estar en contacto con el virus. Utilizamos los mejores productos del mercado y oxígeno activo, que es un potenciador ecológico. Además, en una hora tienes la ropa limpia y seca, por lo que ahorras tiempo y dinero”, asegura Mallorquín.
La propia marca advertía a los propietarios de las medidas de seguridad e higiene que se debían tomar en sus locales: no permanecer dentro del local durante el ciclo, uso obligatorio de guantes y mascarilla y mantener la distancia de seguridad, de al menos un metro, entre usuarios en las instalaciones. Sin embargo, y a pesar de haber estado abiertos durante toda la cuarentena, solo ha acudido un 30% de la clientela, por lo que a Roberto estos dos meses le han salido a pérdidas. Además, nos cuenta que en la misma calle del General Margallo tres comercios han cerrado para siempre. Son las otras secuelas, y las otras bajas que deja el Covid-19, y cuyo goteo seguirá desgraciadamente durante un tiempo, a menos que nos concienciemos de la importancia de consumir lo local y apoyar al pequeño comercio de barrio.
Los primeros en regresar
Rosi y Felipe, de la Ferretería Margallo (calle del General Margallo, 18), abrieron de nuevo su tienda el pasado 4 de mayo. Al principio intentaron trabajar con cita previa, pero tras varias controversias decidieron regresar al método tradicional. Eso sí, mantienen la puerta cerrada, solo permiten la entrada máxima de dos personas a la vez –el tamaño de la tienda les permite esta opción– y ofrecen gel hidroalcohólico a la entrada. Además, limpian dos veces al día el mostrador y el suelo de la tienda con agua y lejía: “Aunque sea poco lo que hacemos cada uno, al final suma”, afirma Rosi muy concienciada.
Los dueños de este conocido negocio del barrio están muy agradecidos a la casera del local, porque les ha rebajado el alquiler durante seis meses hasta que puedan recuperarse; y, por supuesto, a la magnífica respuesta de los vecinos. Mucha gente les ha llamado o les ha escrito por la web www.bricomargallo.com para saber cuándo iban a abrir, e incluso han confirmado que todos los lectores de Tetuán 30 días tendrán un 5% de descuento en sus compras. Así, poco a poco se va tejiendo una red de apoyo mutuo, que podrá sacar al barrio adelante.
Otro de los clásicos del barrio que abrió el pasado mes fue la Churrería La Andaluza, en la calle de Hernani, 10. Concretamente, el 1 de mayo, Día del Trabajador, el negocio volvió a subir la persiana, para alborozo de muchos tetuaneros, que esperaban ansiosos para poder volver a degustar sus célebres churros y porras artesanales, eso sí, para llevar. Javi y Angélica nos cuentan que las colas de aquellos primeros días llegaban hasta Bravo Murillo, para que se mantuviera el distanciamiento social entre clientes.
Esta pareja tenía un colchón para gastos imprevistos del que han ido tirando, y además les han devuelto la cuota de autónomos. Aunque todavía no saben qué harán en la Fase 3, cuando puedan abrir la barra. “Las tertulias del desayuno tendrán que acortarse, mientras sigamos en la nueva normalidad”, comenta Javier, apenado. En cualquier caso, La Andaluza ya está aquí para endulzar la salida del confinamiento.
Llegada de la Fase 1
Los últimos en reabrir, por el momento, fueron aquellos comercios que no han abierto sus puertas hasta el 25 de mayo, fecha en la que la Comunidad de Madrid pasaba a la Fase 1. Sobre todo los bares con terraza, pero no únicamente estos. Este es el caso de la inmobiliaria Vivai, en Bravo Murillo, 322, donde Gastón Jantol nos relata qué protocolos de seguridad han adoptado para la reapertura: “Hay una parte de la oficina que está cerrada al público completamente. Solo realizamos visitas a viviendas que estén vacías, y siempre de uno en uno, con guantes y mascarilla. Siempre llevo mascarillas de sobra por si algún cliente la llegara a necesitar. Después, desinfectamos el inmueble y lo ventilamos”.
Gastón, en agradecimiento a la inconmensurable labor del personal sanitario durante la emergencia, aplica a todos los profesionales que hayan estado en primera línea un 10% de descuento.
Por último, la terraza del restaurante Aziz Istambul, en plena Plaza del Canal de Isabel II, llena sus mesas todas las tardes desde la entrada en la Fase 1. Unas grandes sombrillas protegen a los clientes de los rayos directos de este verano anticipado, y las palomas que dan nombre coloquial a la plaza revolotean picoteando los trocitos de pan que van dejando los comensales. Todos los materiales son desechables, desde los vasos de plásticos y los recipientes de aluminio hasta el mantel de papel, y la carta está pegada en las mamparas. Nuevas maneras para estos tiempos nuevos.
Tetuán, como el resto de Madrid, va avanzando a distintas velocidades. De manera cautelosa nuestro distrito va regresando a su vitalidad característica. Ya se nota el bullicio de los niños en las plazas, aunque no podamos ver sus sonrisas tras la mascarilla. Los cierres de los negocios se levantan cada día con la esperanza de que no tengan que volver a cerrar. Entre todos lo conseguiremos.
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